1. INTRODUCCIÓN
"El día que Nietzsche lloró", escrito por el psicólogo judeo-americano Irvin D. Yalom, es una magnífica obra, un gran desafío por meterse en la mente de uno de los mayores filósofos que la historia ha conocido. Si bien ficticia, todos y cada uno de los hechos aquí sucedidos pudieron haberse dado perfectamente.
Situado a finales de noviembre y diciembre de 1882, la historia está ambientada en la cultura vienesa de confort y estabilidad económica, donde sus habitantes viven regidos por las normas de una sociedad rígidamente estructurada donde la voluntad de decisión es ya algo secundario.
Destacan en la obra personajes de gran relevancia histórica, como ser Sigmund Freud en el campo del psicoanálisis, Josef Breuer en el psicoanálisis y la medicina, y Friedrich Nietzsche en el existencialismo filosófico. Toman parte también personajes históricos como Richard Wagner, gran compositor alemán, el filósofo Paul Reé, y Lou Andreas-Salomé, escritora alemana de origen ruso que cumple con un gran protagonismo dentro de la historia.
"El día que Nietzsche lloró" es, en sí, un vistazo al comienzo del psicoanálisis, haciendo hincapié en hechos reales, como ser el caso Ana O. llevado a cabo por Josef Breuer, y la ayuda que regularmente presta el en esos tiempos el aún joven pero brillante Sigmund Freud.
La historia comienza cuando el afamado médico vienés, Josef Breuer, acude a un inesperado encuentro con la joven e imponente Lou Salomé, hermosa tanto en belleza como en ideas, quien dice acudir en su ayuda con intención de ayudar a un desconocido amigo suyo de claras tendencias suicidas. Si bien éste no es de carácter famoso, ella le augura un glorioso futuro, un sujeto "bajo cuyas reflexiones está el futuro de la filosofía alemana", según sus propias palabras. Si bien al principio se muestra indispuesto, se encuentra a sí mismo aceptando al final la propuesta seducido por los encantos de la joven. Sin embargo, hay otro problema: Nietzsche (como es su nombre) se muestra reluctante a todo tipo de ayuda y no admite su problema psicológico. Breuer deberá cumplir con la difícil misión de curar su mente sin que éste lo sepa, para lo cual será necesario tender la farsa de una serie de enfermedades físicas que acosaban al filósofo.
Pronto acude Nietzsche a su consultorio, tan educado y calmo que contrasta, según Breuer, con el escandaloso tono plasmado en sus libros (cedidos a él en primera instancia por Lou Salomé y posteriormente por el mismo Nietzsche). Así empieza a tratarse el filósofo con el doctor Breuer. De esta forma se desarrolla la trama de la historia, donde cada intento por parte del médico con intención de que Nietzsche revele algo de sí mismo se ve fuertemente frustrado debido a su agudeza mental, que siempre parece ubicarse un paso más adelante que la suya.
La historia cambia su curso cuando Breuer termina transformándose de médico a paciente, y Nietzsche, por su parte, ya casi en el final de la historia brinda a Breuer su confianza.
2. ANÁLISIS
CAPÍTULO UNO
El primer capítulo comienza cuando el doctor Josef Breuer recibe en medio de sus vacaciones una extraña solicitud, hecha por una joven a la cual no conoce, citándolo para un encuentro que ella declara de gran importancia. Si bien en un principio se encuentra irritado ante el tono atrevido con el que se dirige a él la joven en la carta, decide finalmente concurrir al lugar propuesto por ella. Y ahí es donde empieza toda la historia.
Ensimismado en sus pensamientos, molesto aún por la impertinencia de Lou Salomé (como se llamaba la joven), simplemente se limita a esperarla en el lugar acordado. Finalmente, cuando la ve dirigirse hacia él a través del café, no puede más que sentirse admirado por la apariencia de la joven que, si bien representaba ser de de poca edad, tenía una elegancia tan cautivamente que no pudo más que dejar de mirarla. Desde el primer momento en que intercambian palabras, ella demuestra ser poseedora de una gran independencia.
Afirma que el hombre a quien quiere que trate, llamado Friedrich Nietzsche, se encuentra al borde del suicidio. Sin embargo, lo que más sorprende, es que la joven insiste en que su pérdida sería de gran importancia para todo el mundo, puesto que en él reside el futuro de la filosofía. Acto seguido le extiende una carta escrita por el compositor Richard Wagner, a quien Breuer admiraba, dirigida a Nietzsche con grandes elogios pero también con profundas preocupaciones por su estado de ánimo. A continuación Lou Salomé le explica su elaborado plan para curar la enfermedad del filósofo. Le aclara, a su vez, que éste no está al tanto de su visita y que, además, éste no debe saber que está siendo ayudado. De lo contrario, todo se vendría abajo.
Le informa que el problema de Nietzsche es la desesperación y, ante la negativa de Breuer, que afirma no tener remedio alguno para la cura de dicha enfermedad, ella hace referencia al caso Ana O., recientemente llevado a cabo por el médico y concluido con el éxito de una cura para la histeria. Si bien Breuer insiste en que el caso Ana O. y el de Nietzsche presentan diferencias tan grandes que sería casi imposible curar la desesperación del filósofo, más aún si éste presentaba una negativa a aceptar ayuda, termina accediendo, influenciado por la convicción de la joven.
Si bien en este primer capítulo no podemos apreciar muchos datos sobre el propio Nietzsche, sí podemos destacar, de lo poco que se informa, rasgos de su pensamiento tales como su repudio ante valores tradicionales como la ayuda, la compasión, etc. Nos deja entrever breves rasgos de la personalidad especial de la que goza el filósofo.
CAPÍTULO DOS
En el segundo capítulo Breuer recibe, ya en su consultorio en Viena, la visita de Lou Salomé. Antes de esto atiende a tres pacientes y medita sobre la cura de sus enfermedades, cómo éstas afectan su personalidad. Finalmente, cuando llega, él la hace pasar y ella le cuenta con toda sinceridad su relación con Nietzsche y consecuentemente el por qué de su sentimiento de responsabilidad para con la situación del filósofo. Ella, Nietzsche, y Paul Reé (un amigo de ambos) habían estado involucrados en una clase de amor triangular, denominada por ellos mismos como "La Profana Trinidad", la cual, según destacaba la propia Lou Salomé, era puramente casta y filosófica. Aporta datos también sobre su adversa relación con Elizabeth, la hermana de Nietzsche. Cabe destacar el importante dato de su radical antisemitismo, al que hace relación al mencionar cómo vilipendió a Paul Reé al enterarse de su origen judío. Se sabe también, como es aclarado a su vez por Lou Salomé en el segundo capítulo, que Elizabeth era muy posesiva para con Nietzsche, y ésta ejercía a su vez una gran influencia sobre el filósofo. Es muy probable que, por consecuencia, el repudio de Nietzsche hacia los judíos fuese en gran parte debido a su hermana y otros factores mencionados posteriormente en la novela, tales como el oficio de su padre, entre otros.
Otro importante dato a tomar en cuenta en este capítulo es la desesperación que sufrió Nietzsche como consecuencia del desencanto amoroso sufrido a manos de Lou Salomé, escribiendo a veces cartas plasmadas de odio, otras veces de desesperación suicida, y algunas incluso ilógicas. Para ese momento Nietzsche y Reé se han enemistado casi totalmente y "La Profana Trinidad" se ha absuelto a consecuencia de esto. "... Escribe cartas demenciales; unas insultantes, otras amenazadoras o francamente desesperadas...", según las propias palabras de Lou Salomé. Esto, visto ya desde una perspectiva más personal que histórica, podría bien indicar los primeros indicios de Nietzsche en la demencia de la cual sucumbiría en Weimar el 25 de agosto de 1900.
Se vuelve a resaltar también la independencia, impulsividad y escasez de convencionalismos que caracterizaban la personalidad de la joven. Esto es un dato conocido de su vida real, como también su profesión de poeta. Se hace referencia también, por primera vez en la historia, a dos obras de Nietzsche: "El Gay Saber" y "Humano, demasiado humano", ésta última publicada en 1878 y la primera (segunda en cronología) en 1882. Ambas son brindadas al Doctor Breuer por Lou Salomé bajo la estricta recomendación de mantenerlo oculto a Nietzsche, ya que, como es otro dato histórico, sus libros no se publicaban en abundancia (de hecho, era realmente escasa su venta). Por otro lado, era menester que éste no estuviese al tanto de la relación ahora existente entre Lou Salomé y Josef Breuer, ya que bien podría considerarlo una traición, arruinando por consiguiente todo. Así concluye el segundo capítulo.
CAPÍTULO TRES
Este capítulo se centra principalmente en la relación existente entre Josef Breuer y el aún joven pero prometedor Sigmund Freud. En la historia, apreciamos cómo la dedicación de Breuer a sus pacientes y la reciente obsesión por Bertha Pappenheim (conocida por todos como Ana O.), ha provocado el deterioro de su matrimonio con Matilde Altmann, su esposa. Ésta, a su vez, mantenía una relación también estrecha con Sigmund Freud, poniendo ambos al joven en la difícil situación de ser confidente de sus problemas maritales.
Apreciamos también características de la época en que sucede la historia, tales como el fuerte crecimiento del antisemitismo, la abundancia del protestantismo y una sociedad regida por un modelo social estático y – como comprobaremos posteriormente – muchas veces incluso asfixiante. Sabemos de la indecisión de Sigmund Freud con respecto a qué profesión seguir y, a la vez, Irvin D. Yalom deja entrever en la historia los primeros indicios de lo que será la brillante mente del futuro fundador del psicoanálisis, tales como su admirable capacidad para detectar rasgos de la psique humana. Se describe también en este capítulo apreciaciones detalladas de lo que se había convertido en la difícil vida cotidiana de Josef Breuer, tales como la ausencia de comunicación conyugal, las largas horas que pasaba fuera de casa, y la ausencia de cariño paternal para con sus hijos. Su eminencia en el campo de la medicina vienesa no compensaba, como él mismo declaraba, su ahora deteriorada relación marital, sino que, por el contrario, era causa de ella.
Casi al final del capítulo, se pueden apreciar con mayor claridad las apenas iniciadas ideas que conformarían al futuro psicoanálisis de Freud. En un intento por dar explicación al reciente y repetitivo sueño de Breuer (como siempre relacionado con Bertha), apreciamos tanto la imaginación como la indiscutible capacidad de Freud para interpretar los sueños. En dicho sueño, Breuer siente un temblor, viéndose al instante corriendo en medio de la oscuridad, buscando a Bertha. Luego cae desde cuarenta pies sobre una losa de mármol, de la cual no es capaz de leer la escritura inscripta. Luego de relacionar los cuarenta pies con los recientemente cumplidos cuarenta de años de Josef Breuer, y ante la interrogante de este sobre que, de ser así, éstos se transformarían en cuarenta y uno al alcanzar esta edad, apreciamos cómo por primera vez hace referencia Freud a su aún apenas forjada idea del inconsciente. Insiste en que algo más allá de nuestro conocimiento habita en nuestra mente, enviándonos mensajes que expresan nuestros deseos o temores, siempre de forma críptica.
Posteriormente se nos da a conocer, a través de la información que brinda Josef Breuer a Sigmund Freud, los detalles del caso Ana O., famoso por haber tratado con éxito parcial una enfermedad tan misteriosa como incurable: la histeria. Breuer, sin embargo, se muestra reluctante a pensar que el mismo tratamiento usado con Bertha pudiese surtir efecto en Nietzsche, dado que, mientras los síntomas de ésta eran específicos, los del filósofo parecen remitirse a un fracaso amoroso desencadenado en tendencias suicidas. También, como elemento en contra, está el hecho de que Bertha no sólo estaba conciente sino que buscaba la cura de sus males, mientras que Nietzsche, además de no aceptarlo, repudian con vehemencia la ayuda, característica típica – como antes dicho – de sus ideas conocidas como la "transmutación de los valores", en la que virtudes tales como la compasión y la ayuda son degradadas por el filósofo.
Sin embargo, a pesar de todo esto, Josef Breuer parece mostrarse confiado en su capacidad de abordar los problemas psicológicos de sus pacientes a través de sus malestares de salud. Lo que comprobaremos a lo largo de la historia, es cómo fue ésa confianza, ese, por así llamarlo, "subestimar" con respecto a la confianza de Nietzsche, lo que casi hizo colapsar el plan.
CAPÍTULO CUATRO
Este capítulo, de breve extensión, trata sobre la llegada de Friedrich Nietzsche al consultorio de Breuer en Viena, y cómo impacta en éste último la primera impresión, "la… discrepancia entre el Nietzsche de carne y hueso y el Nietzsche de papel". Sin embargo, al principio, se centra en el temor profesado por el médico ante el paso de los años. Se mira al espejo buscando la juventud que antaño poseía, sólo para descubrir los estragos que poco a poco causa en él el inminente envejecimiento.
Desde el principio de la conversación, Breuer trata de captar la atención de Nietzsche de una forma especial, tratando de demostrarle que él es diferente a los demás médicos. Varias veces intenta encaminar su charla, que en un principio estaba destinada a tratar los problemas de salud de Nietzsche, a un campo más personal. Sin embargo esto se le hace difícil ya que Nietzsche insiste siempre en mantener la conversación centrada en su salud. "No es un hombre con el que se pueda hablar de temas cotidianos e intrascendentes", según propias palabras de Breuer.
Cuando Nietzsche le extiende unos documentos hechos por otros médicos sobre su enfermedad, Breuer afirma que, si bien no sería conveniente pasarlos por alto, prefiere hacer su propio análisis antes de leerlos, para así no disminuir la capacidad imaginativa. Haciendo referencia al antiguo trabajo de Nietzsche como profesor de filología griega en Basilea, pretende demostrarle al filósofo que ambos comparten las mismas ideas, para así compenetrar más con él. El capítulo concluye cuando Breuer comienza a hacer el análisis a Nietzsche, instándolo a que lo describa primero él con sus propias palabras.
CAPÍTULO CINCO
Básicamente este capítulo trata sobre la primera conversación que tienen Nietzsche y Breuer, éste último analizando cada palabra dicha con gran libertad por el filósofo. Su análisis está basado en pasos definidos, mediante los cuales llega siempre a un diagnóstico exacto de la enfermedad del paciente. Al llevar a cabo el último paso de su análisis, el que consistía en un exhaustivo suceso de preguntas sobre la vida de Nietzsche, Breuer se muestra sorprendido por la indiferencia que presenta el filósofo ante este tema, ya que por experiencia propia sabía que a la mayoría de los pacientes le entusiasmaba hablar sobre su vida.
También le sorprende a Breuer la cantidad de males que afectaban a Nietzsche, tal cual sucedió en su vida real. Al hacer mención a los períodos negros en el humor de Nietzsche, según sus propias palabras: "no forman parte de mi enfermedad, sino de mi ser. Podría decirse que tengo la valentía de padecerlos", hace referencia a una de las grandes ideas del filósofo. Toda su vida sostuvo que era necesario para el nacimiento del Superhombre el padecimiento de ciertos males, los cuales lo fortalecerían. "Lo que no nos mata, nos hace más fuertes", como es una de sus frases más famosas.
Otro dato importante, que hace referencia a aspectos de su vida personal, es la vida casi nómada en busca del clima perfecto, ya que su salud, en especial sus fuertes jaquecas, se veían afectadas por los cambios climáticos. La abundancia de datos sobre su enfermedad, lleva a Breuer a pensar que Nietzsche bien podría ser un hipocondríaco. Sin embargo, concluye convenciéndose de lo contrario, al notar que el filósofo no describe su enfermedad en busca de compasión, sino por el mero hecho de hacerlo con plena libertad. Irvin D. Yalom nos da a entender, a continuación, que Nietzsche poseía un carisma especial, capaz de despertar interés inmediato en las demás personas.
Posteriormente, Breuer procede al análisis físico. Si bien esto no posee en sí mucha importancia, cabe resaltar los datos sobre la muerte del padre de Nietzsche, cuyo fallecimiento se había debido a un reblandecimiento cerebral, referente a cualquier anomalía en el cerebro. Este fue un hecho que temió mucho Nietzsche en su vida real: el sufrir la misma enfermedad que había causado la muerte a su padre.
En repetidas veces intenta Breuer mediante diferentes métodos, llegar al origen de la desesperación de Nietzsche, si bien, es hábilmente burlado por sus inteligentes respuestas. El último de estos consiste en que el filósofo le cuente sobre un día típico en su vida. Es ahí que, al cuestionarlo Breuer sobre sus relaciones humanas, Nietzsche hace mención a tres traiciones anteriores, en la que su confianza se había visto engañada. El médico, emocionado ante la posibilidad de adentrarse en el interior de Nietzsche, hace un intento de que éste le hable sobre dichas traiciones. Sin embargo, en esta ocasión, se ve directamente rechazado, ya que Nietzsche asegura que, al no estar éstas relacionadas con su enfermedad, no hay necesidad alguna de describirlas. Visto frustrado su plan, Breuer decide finalmente poner fin a esa reunión y, dándose suficiente tiempo para leer los libros de Nietzsche (anteriormente brindados a él por Lou Salomé), prepararse mejor para la próxima.
Es importante resaltar la relación existente entre las tres traiciones mencionadas en la novela con las traiciones sufridas por Nietzsche en su vida real. Estas fueron, posiblemente, una de las razones por las cuales la vida del filósofo fue siempre, y en su mayoría, solitaria. Esto ayudó a construir su idea de un Superhombre libre de toda atadura, de todo compromiso emocional con otro ser. Un superhombre, en conclusión, poseedor de libertad absoluta.
CAPÍTULO SEIS
Ya en este capítulo podemos apreciar con mayor claridad las ideas que conformaron toda la teoría nietzscheana del Superhombre. Nietzsche formula tres preguntas, a su criterio de suma importancia, al Dr. Breuer, siendo estas: si sus ataques serían para siempre, si quedaría ciego o si, como su padre, sufría de una enfermedad cerebral progresiva que concluiría en muerte o demencia. Esto da lugar a una polémica discusión entre ambos. En un análisis más profundo, podemos notar cierto paralelismo entre la hipocresía alemana "que se erigen en sacristanes de la verdad y, sin embargo, callan lo que saben" y el cristianismo tan criticado por Nietzsche. Todo esto lo expresa en sus afirmaciones para con Breuer de que el médico jamás debe esconder al paciente lo que a este pertenece, esto es, la verdad. Ante la réplica de Breuer basada en que hay situaciones en que, por el bien del paciente, el médico debe ocultar sus conocimientos, el filósofo contesta que eso no es más que apropiarse del derecho que tienen los demás a tomar sus propias decisiones. A continuación, cuando Breuer sostiene que es su deber, como médico, consolar a sus pacientes, Nietzsche contesta que esto oblitera el deber fundamental que cada persona tiene de descubrir la verdad. Magistralmente expuesto por Irvin D. Yalom, podemos desentrañar la teoría nietzscheana sobre cómo el cristianismo, por así decirlo, "aprisiona" al ser humano y le impide, por conveniencia, encontrar su propia verdad bajo la ilusión de falsas promesas.
A continuación Breuer, al argumentar Nietzsche que nadie posee el derecho de determinar qué desea o no conocer uno, le presente el caso de un paciente amigo suyo. Con una enfermedad terminal que, seguramente, le matará en tres días, este paciente evita preguntar sobre cualquier dato que pueda darle una respuesta que no desea oír. Informarle sobre su pronta muerte, esto es, decirle aquello que no desea escuchar, sería a criterio del Dr. Breuer un acto de suma crueldad. Es aquí, ante la exposición de Nietzsche de que, en tanto la vida y la muerte son despiadadas, un maestro debe ser también despiadado, que podemos apreciar una de sus más fuertes ideas sobre el Superhombre. La piedad y la compasión, según la teoría nietzscheana, son valores cristianos creados en el afán de someter a los fuertes y enaltecer a los débiles. Limitan a aquellos más dotados para la existencia en tanto la parte más enferma de la sociedad se hace con el poder. Resumiendo, suprimen el nacimiento del Superhombre.
También podemos destacar aquí ideas anteriormente expuestas en el capítulo quinto, tales como el conocimiento obtenido a base del sufrimiento. Es en este momento, al exponer Breuer que su trabajo como médico es facilitar la vida y dificultarla, que Nietzsche se declara a sí mismo, como podemos comprobar en la mayoría de sus libros, "un profeta de verdades amargas". Sostiene que su misión es aumentar la tensión, hacer las cosas más difíciles de forma que aquellos que lo precedan puedan dar a luz al aún no nombrado (si bien mencionado) Superhombre.
Breuer insiste, por otro lado, en que no hay razón para afirmar que la idea de Dios no es también una forma de verdad. Ante esto Nietzsche, enardecido ya por la discusión, sostiene que Dios no es una verdad, sino el simple deseo infantil de aferrarse a algo inexistente cuando es el propio ser humano quien falla. Como base científica de la superfluidad de Dios, toma el ejemplo de la teoría de la evolución hecha por Darwin, a quien, como sabemos, admiraba en gran magnitud.
"Dios ha muerto, se dice que lo mataron los hombres", esa es la más básica idea de toda la teoría nietzscheana sobre el cristianismo, y es, a su vez, la expuesta a continuación con la afirmación de Nietzsche hacia el Dr. Breuer de que, en tanto los hombres crearon a Dios, también pueden matarlo. Sostiene que la religión no es una opción para el hombre, sino la elección de algo externo, un agente que debilita. "… siempre hace al hombre menos de lo que es. Yo amo lo que nos hace más de lo que somos", según sus propias palabras sostienen.
A continuación Breuer, harto ya del campo abstracto al que hace referencia Nietzsche, le insta a remitirse al caso concreto de su paciente. ¿No es acaso mejor brindarle esperanza que atormentarle con una realidad que no está listo para aceptar? Ante esto, como podremos comprobar en prácticamente todas las obras del filósofo, éste responde que la esperanza es el peor de los males, en tanto prolonga el sufrimiento. Sostiene que no hay derecho por el cual una persona pueda privar a otra del derecho a morir, puesto que cada quien es dueño de su propia muerte. Al cuestionarlo Breuer sobre sus opciones con respecto al suicidio, Nietzsche se muestra igualmente firme, sosteniendo su anterior teoría sobre cómo es morir algo cruel. "La recompensa final de los muertos es no tener que volver a morir", según sus propias palabras, publicadas en una de sus obras más famosas: El Gay Saber.
Tras aprovechar Breuer la oportunidad de recibir, por así decirlo, "normalmente" los libros de Nietzsche, éste le informa lo poco de su triunfo como escritor, puesto que la venta de sus libros era casi nula. Es aquí cuando, compadeciendo Breuer su situación, Nietzsche se torna repentinamente gélido y le da la espalda. Podemos apreciar en esta escena, como antes establecido, el cortante rechazo del filósofo ante toda muestra de compasión. Esto se debe a su fuerte reacción frente al poder, expresado detallada y exclusivamente en su obra La voluntad de poder, publicada por primera vez en el 1901, un año después de su muerte.
El capítulo concluye con Nietzsche abandonando con irritación el consultorio de Breuer, tras establecer una próxima reunión.
CAPÍTULO SIETE
El capítulo comienza con detalladas descripciones de la ansiedad sufrida por el Dr. Breuer con respecto no solo a su situación matrimonial, sino a factores más complejos. Si bien ya mencionado anteriormente, se vuelve a resaltar como un tema de preocupación esencial en la vida de los judíos de esa época, el creciente antisemitismo que décadas más tarde desencadenaría la Segunda Guerra Mundial.
Otra importante característica que podemos resaltar, es la teoría de Sigmund Freud sobre el inconsciente. Todo esto podemos apreciarlo cuando Breuer, al mirar a su esposa Matilde y encarnar en su joven y esbelto rostro el envejecimiento y la muerte, reconoce que aquellos pensamientos no fueron creados por su conversación con Nietzsche sino "despertados". Acto seguido, medita sobre la posibilidad de que Freud esté en lo cierto con respecto a su teoría sobre un "depósito de pensamientos" (nótese que en la novela apenas comienza a desarrollar las ideas que lo llevarán a ser el fundador del psicoanálisis) que permanece totalmente ajeno a nosotros, esperando a ser llevados al plano del pensamiento consciente.
Se hace presente también el temor a la muerte, acentuado en los sentimientos de Breuer, que ve cada día con mayor exasperación la cercanía de la vejez y la consecuente deterioración de la belleza. A mayor profundidad, podemos discernir en esta leve información sobre Breuer, la realidad de que, sin importar cuán racionales o librepensadores seamos, todos poseemos inconscientemente un temor hacia lo sobrenatural, aquello que presenta algo diferente o ajeno a nuestros previos conocimientos.
Posteriormente, Breuer se plantea la posibilidad de que exista en él una inclinación innata hacia las discusiones filosóficas, heredada de su padre. Podemos resaltar aquí, cuando hace referencia a un mundo libre de las pasiones carnales, rasgos de la teoría platónica sobre un mundo sensible y uno superior denominado inteligible. "… el reino de las ideas puras… donde no se sentía mancillado por Bertha y la carne", según está expresado magistralmente en la novela.