Las comillas
(Como amar con punto, coma y comillas)
Otro día mas que inició frente a la computadora,
hoy escribiendo.
Es extraño descubrir lo poco que me satisface dormir, y no precisamente como el acto de descansar de un día de trabajo y mis diversas actividades pues pienso que el cansancio es en un alto porcentaje mental y el dormir es indispensable para que nuestro cerebro descanse.
He llegado quizás a considerar que esta insatisfacción es por soñar durmiendo, regularmente soy una persona que sueña despierto, un seguidor involuntario de la doctrina platónica del mundo idealista aunque conscientemente prefiero el materialismo dialectico. Mi rechazo a soñar durmiendo quizás se deba principalmente al poco control que tengo de ello, recientemente no recuerdo mis sueños cuando hasta hace poco los recordaba puntualmente.
Hace varias semanas durante el colapso de lo que denominaré “la relación”, dormir era más satisfactorio que estar despierto, pues la realidad traía muchas emociones difíciles de sobrellevar y los sueños reflejaban todo mi deseo por restablecer “la relación”.
Hoy esta relación esta restablecida, aunque ya no es “la relación” (valga comentar que perdió las comillas) hemos retrocedido aproximadamente 1 año, cuando las circunstancias nos Impedían hacer pública la relación, y no es que en algún momento haya sido publica del todo sino que por lo menos sí era de mi conocimiento y de mis allegados (antes ni siquiera se llamaba relación).
Este restablecimiento fue una actividad muy desgastante pues para ello tuve que realizar un proceso de reconocimiento, análisis y re entusiasmo por el logro de mis sueños del que agradezco a Paulo Coelho. Por suerte en este proceso tuve a mucha gente cerca, restablecí contactos y amistades que se habían apagado por “las circunstancias” y que hoy pretendo mantener por los tiempos.
Esta reestructuración de mi vida, pensamientos y emociones me ayudo en primera a reconocer que ella es hoy la mujer con la quiero estar mañana y el siguiente día, pues me llena de entusiasmo, alegría, paz, tranquilidad, entendimiento, satisfacción y un sin número de emociones positivas y porque no decirlo negativas como nostalgia, ansiedad y tristeza cuando no está.
Realizar esta declaración frente al colapso “la relación” era una postura difícil de mantener pues ella todavía convivía con el colapso; Sin embargo, tome el riesgo de declarar que la mujer de mi vida era aquella que ni siquiera me respondía el teléfono. Y esa declaración no solamente era hacia el mundo exterior sino también a todos mis sentidos y a mi consciencia pues mi subconsciencia lo sabe desde la primera vez que la vi.
Es preciso decir que en este afán de restablecer “la relación” logré identificar errores de acto y omisión que frecuentemente realizaba, pero realmente el más grande era no brindarle la importancia debida a esos pequeños actos que para ella eran tan complicados y sin embargo los realizaba, por mi. A veces uno cree que lo que se te ofrece es porque lo mereces pero en este caso merecer, no es suficiente, pues estos actos son las comillas de “la relación” lo que hoy ya no realiza como resultado del retroceso de un año.
Durante el colapso creí que era suficiente solamente subsanar y restablecer la relación aunque no fuese “la relación”, pero es difícil no añorar lo que hacía la diferencia entre un gran día y el mejor día de tu vida pues el siguiente día descubrías que el anterior no era tan bueno como el actual (a hoy le sumabas ayer debido a que el presente es la suma de tus pasados).
Ese cumulo de detalles que hacen la diferencia, que elevan a la categoría de grandiosa la alegría, seguridad, paz y felicidad y todas otras mencionadas con anterioridad, ese cumulo de detalles que dejas pasar por alto y no le brindas importancia hasta que no los tienes, son dignos de conquista.
La conquista de comillas por comillas, de detalles por detalles.
Si Dios permite escribiré las comillas con todo mi entusiasmo.
Si Dios permite te motivaré a escribir comillas con tintas indelebles
Si Dios permite días tras día buscaré nuevas formas de comillas para que siempre tenga otra forma de escribir “la relación”.
Hilde Jorge